La nueva temporada en Quique Dacosta Restaurante ha comenzado. No nos cansamos de mostrar lo orgullosos que estamos de este hermoso territorio donde nos encontramos. Sin lugar a duda una latitud privilegiada, con un clima propicio para una despensa excepcional. Desde un punto de vista hedonista poco más podemos pedir, nos encanta entregar cada día a nuestros clientes una gastronomía del placer.

Nuestra cocina es cómplice del maravilloso producto local, de su temporalidad, de la tradición como apoyo y base de nuestras creaciones. La innovación es nuestra actitud, lo que nos mueve y genera novedades año tras año. Nos encanta seducir al comensal y en esta búsqueda detonan platos llenos de expresividad y emoción. Notas de locura, valentía, radicalidad, romanticismo pero también pragmatismo inundan nuestro proceso.

Nuestra cocina hoy y aquí es la suma de muchas circunstancias. Esta temporada en especial viene del embrión DNA La búsqueda (temporada 2017) que es ya el alegato y brújula del camino que hemos decidido hacer y andar, el origen. Un grito de reafirmación y creencia en nosotros mismos, nuestros productos y nuestro lugar. Un territorio que es mucho más importante que lo que podamos llegar a crear o hayamos creado. Al fin y al cabo este restaurante, mi equipo y yo, somos una circunstancia en el tiempo. Dénia me ha aportado todo para construir el cocinero y la persona que soy, el destino escrito en ningún lugar del que me alegra no haber tenido elección. El oficio me sedujo antes que el producto y este antes que el pueblo. Sin embargo el pueblo me hizo a mí.

El origen es también producto. Un argumento que siempre ha estado presente en nuestro trabajo y con el que hemos sido cómplices. Es otra brújula que no permite que nos extraviemos de este lugar. He conocido este territorio por sus productos, un mapa mental que me ha conducido al final a los pueblos, a sus gentes. Una manera intimista de conocer mi lugar, este lugar. Aprender de todo en conjunto, aprender que el producto te responde como la tratas. Te responde con romanticismo si lo tratas con cariño, te responde con calidad si lo tratas con conocimiento. Por esto creo en la inocencia del producto. Y desde su inocencia y su envergadura gastronómica puedo construir esta historia que se expresa elaboración a elaboración, plato a plato.

La actitud de evolucionar es el detonante del trabajo de cada día. Trabajar con la intención de crear un bocado seductor y nuevo en algún parámetro. Creo en la evolución en todos los sentidos: en la evolución del pensamiento, de la cocina, de las artes, de la tecnología, de la ciencia. La creación es parte de la evolución. Disfruto y expreso con libertad lo que siento, por ser el reflejo de lo que hago y he hecho. Es el momento de mostrarlo.

Y también creo firmemente en el origen de las cosas. El legado de la historia y cómo ésta nos ha marcado y marca nuestra evolución. Somos el origen y al mismo tiempo su evolución.

En nuestra cocina actual hay productos antiguos y elaboraciones ancestrales que conviven con la modernidad, fantasía, nuestro lenguaje y estilo. Tenemos elaboraciones como los salazones o los encurtidos que ya existían. Les hemos dado nuestra mirada, un nuevo código y un sentimiento personal. Hemos investigado y creado sobre lo existente, algo de tanta carga histórica y antropológica, apegada al territorio, nos seduce muchísimo. Hemos logrado resultados distintos. Pero reconocemos que el detonante es ancestral y además inspirador.

Esta temporada te propongo una cocina cargada de fantasía sobria, meditada y estudiada. De productos excepcionales que representan nuestra región sabiendo además que aportan autenticidad a nuestra obra. Una cocina que busca a veces en la historia, pero sobretodo en los sueños, y que su intención evolutiva es finalmente conmoverte.

Soy lo heredado, soy los platos que cocino.